miércoles, 10 de octubre de 2012

La ovejita

El otro día pensaba en que cuando era más pequeña siempre me gustaron mucho el salmo 23 y la parábola de la oveja perdida (Lc 15, 1-10) y aunque no entendía bien, siempre me llamaron la atención. Pasaron muchas cosas que me hicieron olvidar esto tan hermoso y me hicieron alejarme de Dios sin embargo, recuerdo cuantas veces resonaban en mi cabeza (o tal vez en mi corazón) esas palabras tan preciosas. El Señor, que es tan maravilloso y misericordioso me guío, sin yo darme cuenta, de regreso a su lado, y me hizo recordar cuanto me gustaban de niña estos pasajes y cuanto hoy significan para mí.

Hace ya un tiempo pensaba y pensaba en porque siempre me llamaron la atención, y no terminaba de entender que era lo que me atraía tanto de estos pasajes y la respuesta llego gracias a una santa expectacular Santa María Magdalena. Estaba leyendo un libro de su vida y tras cada página mi corazón latía acelerado, hasta que llegue a una parte en la que hablaba de la parábola de la oveja perdida; las revelaciones privadas sobre la vida de María Magdalena dicen que Jesús se encontraba predicando, y María Magdalena estaba escuchando atentamente, y Jesús dice esta parábola y miraba a María Magdalena, con lo cual ella entendió que era la oveja perdida de la parábola que el Señor había venido a buscar, sólo me imagine que las palabras del Señor debieron llegar como dardos encendidos de Amor al corazón de María Magdalena e inmediatamente me vi como aquella oveja, que se distrajo con las vanidades del mundo y se perdió, pero que el Buen Pastor buscó y buscó hasta regresarla a casa.

Cada día en el mundo se pierden más y más ovejas, pues se dejan seducir por las vanidades del mundo, y empiezan a preferir vivir para esas cosas vanas, olvidándose completamente del sentido trascendental que tiene la vida del ser humano; pero a pesar de nuestra infidelidad el Señor está constantemente llamándonos, poniendo todos los caminos para que regresemos a Él, pues nos ama tanto que quiere vernos felices, mucho más de lo que nosotros mismos anhelamos. Él es el Buen Pastor, que no permitirá que nada nos falte, que nos hará descansar en verdes prados, que confortará nuestra alma, que dio la vida para que nosotros tengamos una vida nueva en su Amor; pero Él no nos obliga a seguirle, no nos obliga a volver, pone frente nuestro todos los caminos, pero es nuestra decisión tomarlos o no.

Tan sólo pensemos, nunca encontraremos quien pueda amar así, sin reservas, dándose entero, sólo Cristo nos ama con Amor perfecto y eterno; en el mundo tan sólo encontraremos decepciones, sólo será su Amor lo que nos llenará completamente, cada corazón lo sabe, pues la ley del Amor esta escrita en cada corazón, y al negar los llamados constantes de ese Dios que se da entero no podremos ser felices de verdad. Sí, existirá dolor, sufrimiento, renuncias, pérdidas... pero sólo el Amor de Cristo endulzará el dolor, desde la cruz el Amor encarnado está dándolo todo, para que en su dolor tengamos vida, y cuan maravillosa es la vida en Dios; si aún no estamos convencidos, basta con ver la vida de los santos, que a pesar del desprecio, del dolor, del sufrimiento fueron felices, pues entendieron que teniendo a Dios lo tenían todo.

El mismo llamado que les hizo un día nos lo hace a nosotros diariamente, el Buen Pastor esta ahí buscando constantemente a sus ovejas, y nos espera para hacernos realmente felices.

Totus Tuus



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